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GRAFOSINTESIS: Psicología y Grafología por Claudia Gentile
Blog de Psicología Analítica Junguiana y Grafología, con artículos, notas, y libros para descargar gratis.
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Lic. Claudia Beatriz Gentile

Soy Lic. en Psicología clínica con orientación junguiana, Grafóloga Pública (Emerson). Soy Astróloga con 20 años de experiencia y ejercicio.

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Artículo extraído del blog GRAFOSINTESIS, de Claudia Gentile,
http://www.grafosintesis.fullblog.com.ar

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Entradas por tag: hermetismo
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Me quedo en el centro?

26 de Febrero, 2008  ·  Reflexión

Hace unos días leí un artículo de psicología en el que el autor relacionaba los siete pecados capitales con trastornos de índole psicológica. Me pareció interesante esta perspectiva para abordarlos desde un enfoque menos teológico y más actual; en cuyo caso dejan de tener el matiz atemorizante y reduccionista de enviarnos al infierno con pasaje de ida solamente, y se vuelven una condición más redimible, con posibilidad de cura, si se abordan convenientemente.
Como tengo un tanto olvidado el Catecismo, me aboqué a buscarlos. Recordé entonces que paralelamente a estos siete pecados, había siete virtudes, contrapuestas cada una de ellas a cada pecado. Entonces los encolumné de a pares. Pares de opuestos. Y esto fue lo que me quedó:
                                   

Pecado Capital

Virtud Teologal

Lujuria

Castidad

Gula

Templanza

Avaricia

Generosidad

Pereza

Diligencia

Ira

Paciencia

Envidia

Caridad

Pereza

Humildad

 


Inmediatamente vino a mi mente un viejo, antiquísimo texto hermético, el Kybalion[1], al que tantas horas de lectura le dediqué y le dedico, y al que apelo para corroborar la eficacia de sus postulados cada vez que puedo. Una de sus siete leyes, la Ley de Polaridad expresa:

"Todo es doble; todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los anta­gónicos son lo mismo; los opuestos son idénti­cos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semiverdades; todas las paradojas pueden re­conciliarse".

Y me quedé pensando justamente en esto que afirma que los extremos se tocan, que el péndulo va necesariamente de extremo a extremo en movimientos polares y antagónicos, pero iguales en grado. Y en este particular se basa mi reflexión: ¿Son tan antagónicos los pecados y sus opuestas virtudes?

Veamos. Me gustaría abordar los primeros dos pares antitéticos en esta oportunidad.
 
1- Lujuria versus castidad:

Encontré una definición de lujuria que dice que se trata de tener pensamientos o deseos obsesivos y excesivos de naturaleza sexual. Desde la perspectiva psicológica, podríamos hablar de perversiones sexuales: incluimos aquí a violadores, pedófilos, adictos al sexo, etc.
En el otro extremo hallamos la castidad, definida como el dominio de los apetitos sexuales. El comportamiento voluntario que tiende a la abstinencia de placeres y/o actos sexuales.
Se preguntarán dónde pueden tocarse estos dos extremos tan polares? Pues bien. He reflexionado, y creo que abunda la información al respecto, en la cantidad de casos en los que el celibato (la renuncia por motivos religiosos a mantener actos sexuales) ha sido el motor que, por el exceso de represión de una función, la sexual, tan natural en el ser humano, ha llevado a algunos sacerdotes a cometer excesos sexuales con menores. Esto como para poner un ejemplo. ¿Qué pasa entonces, cuando se reprime a ultranza un polo para posicionarnos justamente en el contrario? Pues lo reprimido suele brotar en algún momento de una manera bastante desordenada, caótica y harto nociva.
Mirémoslo desde el otro extremo. ¿No hemos oído casos de personas que, tras haber llevado una vida libertina de excesos de orden sexual (sin llegar a las perversiones, de las que no se vuelve), tras asentarse y formar una familia, se convierten en estrictos predicadores de las buenas costumbres? ¿Acaso no hay ejemplos de santos y de apóstoles que habiendo llevado una vida ajena a la moral luego se convirtieron en los máximos exponentes de sus doctrinas? Y no sólo predicando con la palabra, sino con el ejemplo, desde un fundamentalismo a ultranza.

2- Gula versus Templanza

La gula la tomaremos como el excesivo consumo, de manera irracional e innecesaria, de comida y de bebida. Implica, también, ciertas formas de comportamiento destructivo. Podríamos incluir bajo esta definición, y desde una perspectiva más actual y desde una mirada psicológica, no sólo aquellos actos en los que nos extralimitamos comiendo algo rico hasta más allá de la necesidad, sino los desórdenes alimentarios y las adicciones a las sustancias tóxicas como el alcohol y las drogas.
Su opuesto es la templanza, virtud moral que modera la atracción por los placeres y procura el equilibrio del consumo de los bienes creados, mediante el dominio de la voluntad.
Y al respecto son infinidades los ejemplos que me vienen a la mente. Veamos uno que creo que todos hemos padecido alguna vez. Pongamos por ejemplo el chocolate. Aunque podríamos hablar del salame (confieso haber padecido ataques hepáticos por ambos). Veamos: todo se mantiene en sus caudales, sin desbordes, mientras comamos un chocolatín de vez en cuando. Claro, siempre nos quedaremos con un poco de ganas de haber comido algo más. Esa es la moderación de la que me hablaba siempre mi sabia abuela: “De todo un poco y con moderación y no te vas a tener que a privar nunca de nada”. (Murió a los 90 años, debo aclarar). Pues un día nos regalan una enorme caja de bombones, y no podemos parar. Comemos y comemos y comemos y cuando nos queremos acordar, la caja está llena pero de papelitos dorados vacíos. ¿Qué pasa al otro día? Es tal, pero tal el ataque al hígado tras ese atracón, que quedará grabado con asco en nuestra memoria; la sola mención posterior del chocolate con licor nos producirá náuseas. Y habremos perdido nuestro desmesurado gusto por el chocolate que habrá mutado en desagrado y rechazo. El polo opuesto.
Tomemos otro caso, ya en el terreno de la patología: la bulimia. Una chica se ve y se siente gorda (aún sin estarlo, pero esa es su percepción), y decide emprender un régimen tan estricto que se priva prácticamente de comer. Y logra sostener este tortuoso régimen hasta que el hambre la vence y se lanza a la heladera y arrasa con todo lo que encuentra, aún tratándose de alimentos en mal estado o congelados, para después volver al polo anterior y vomitar todo lo que consumió. Aquí tenemos el movimiento pendular de ida y de vuelta.
Otro caso: Recuerdo una película del año 2000 que se llama Chocolate (dirigida por Lasse Hallstrom). En ella hay un alcalde que es la imagen de la austeridad. Comienza el film en plena cuaresma y el señor en cuestión debe restringir su ingesta de alimentos. Llega en esa época al pueblo una mujer y abre una chocolatería. Es inmediatamente combatida por este alcalde. En resumen: un buen día este señor, que se privó a fuerza de reprimir su deseo, de comer aún un solo bombón, rompe la vidriera del negocio y termina revolcado y untado en chocolate, comiendo todo lo que encuentra a la mano.
Pero hay otros ejemplos: el gordo que adelgazó y que ahora, delgado, censura a todo aquél que tenga unos kilos de más. El adicto recuperado que ahora da charlas en contra de la drogadicción (lo cual es loable), pero condenando a los drogadictos que no quieren o no pueden abandonar el hábito, sin piedad, olvidándose de haber pertenecido a esa condición. Otra vez el fundamentalismo tras el cambio radical de postura. De una punta a la otra sin paradas intermedias.

Lujuria y gula: en estos dos casos se trata de pecados por exceso. Sus correspondientes virtudes hablan no de privación, sino de moderación. La mesura al comer no es pasar hambre en una dieta demasiado restrictiva que nos llevará al atracón. Y la castidad no es solo privación, sino que también incluye la fidelidad a la pareja en el matrimonio. De vuelta moderación, no abstinencia. La castidad se vuelve nociva cuando es practicada a fuerza de represión y no por verdadera elección ni por convicción absoluta. (Y al respecto, hasta ahora no escuché ninguna historia de perversión sexual de ningún rabino, ni de ningún pastor. Sabemos que ambos tienen permitido casarse y llevar una vida sexual normal con sus cónyuges, no así los sacerdotes, que deben ser célibes, al costo de no poder sostener el celibato algunos de ellos, con las consecuencias que todos conocemos).
Como síntesis, y volviendo a los sabios preceptos de mi abuelita, ni poco, ni demasiado: todo es cuestión de medida. Ni un extremo ni el otro. Ahí, mejor. En la zona de la moderación. ¿Nos encontramos en el centro?

[1] “Las enseñanzas herméticas se encuen­tran en todos los países y en todas las religiones, pero nunca identificadas con un país en particular ni con secta religiosa alguna. En los primeros tiempos existió una compilación de ciertas doctrinas herméticas que eran las bases funda­mentales de toda la Doctrina Secreta, y que habían sido, hasta entonces, transmitidas del instructor al estudian­te, compilación que fue conocida bajo el nombre de "El Kybalión". Son, simplemente, una serie de máxi­mas y axiomas que luego eran explicados y ampliados por los Iniciados. Estas enseñanzas constituyen realmen­te los principios básicos de la "alquimia hermética", la que, contrariamente a lo que se cree, está basada en el dominio de las fuerzas mentales, más bien que en el de los elementos materiales; en la transmutación de una clase de vibraciones mentales en otras, más bien que en el cambio de una clase de metal en otro.” Extraído de El Kybalion.

El Kybalión es el conjunto de principios herméticos, llamados siete principios de la verdad según el sabio egipcio Hermes Trimegisto.


Los siete principios, o axiomas, como están descriptos en el libro son:

1.Principio de Mentalismo.
2.Principio de Correspondencia.
3.Principio de Vibración.
4.Principio de Polaridad.
5.Principio de Ritmo.
6.Principio de Causa y efecto.
7.Principio de Género.

 

Claudia Gentile
Grafóloga Pública
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publicado por grafosintesis a las 09:52 · Sin comentarios  ·  Recomendar
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