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Poema No
del Dr. Hugo Filkenstein
No es No, y hay una sola manera de decirlo.
No se dice de una sola manera. Es corto, rápido, monocorde,
sobrio y escueto. No.
Se dice una sola vez. Con la misma entonación.
Como un disco rayado: No.
Un No que necesita de una larga caminata o
de una reflexión en el jardín, no es No.
Un No que necesita de explicaciones y justificaciones, no es No.
No: tiene la brevedad de un segundo.
Es un No para el otro, porque ya lo fue para uno mismo.
No es No, aquí y muy lejos de aquí.
No: es el último acto de dignidad.
No: es el fin de un libro, sin más capítulos ni segundas partes.
No:no se dice por carta, ni se dice con silencios,
ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha,
ni mirando hacia otro lado, ni con símbolos devueltos,
ni con pena y menos aún con satisfacción.
No es No.
Cuando el No es No, se mirará a los ojos y
el No se descolgará naturalmente de los labios.
La voz del No no es trémula, ni vacilante, ni agresiva y
no deja duda alguna.
Ese No no es una negación del pasado,
es una corrección del futuro.
Y sólo quien sabe decir No, puede decir Sí.
Escuché este poema en Radio Milenium y me gustó tanto que llamé a la radio y pedí la letra. Me la enviaron por mail y pensé en compartirla con otros que también necesiten aprender asertivamente a decir que no, a poner límites.
Desde la grafología, este poema podría enseñarnos a regularizar nuestro margen derecho. Si es pequeño, a ampliarlo ligeramente. A verticalizar nuestra letra si está muy inclinada hacia la derecha. A concentrar un poco las letras dentro de las palabras, si es que dejamos mucho espacio a los demás entremedio de ellas. A achicar un poco la distancia entre palabras o entre líneas si es demasiado grande. A hacer alguna arcada para protegernos, si hay exceso de guirnaldas. A profundizar un poco la presión de nuestros trazos verticales, o a aumentar la tensión de los mismos si no es la adecuada, para autoafirmarnos. A ampliar ligeramente nuestras mayúsculas, si son casi de la altura de nuestras minúsculas, para posicionarnos frente al otro también de un modo asertivo pero con cierta determinación. A ampliar también el tamaño de nuestra letra si es demasiado pequeña, para no sentirnos de ese modo frente a los demás.
En fin, este poema no es para todos. Es para aquellos a quienes le resuene el deber de emprender la tarea de no pretender ser queridos y tenidos en cuenta simplemente por adoptar una posición complaciente todo el tiempo.
Para aquellos que sientan que el amor es condicional y depende todo el tiempo de un ceder ante el otro, de un dejarse invadir para satisfacer todo el tiempo las demandas ajenas.
Para los que sientan al amor como un utilitarismo. "Me quieren sólo si doy, si soy útil, si sirvo. De lo contrario, me descartan. Por lo tanto si digo que no, si expreso mi deseo, contrario al del otro, corro el riesgo de que me dejen de querer. Pero en ese interjuego, me pierdo, dejo de ser yo mismo, me desdibujo, no me acepto ni yo mismo. Cómo entonces podrán aceptarme los demás? Sólo si soy esclavo de sus demandas? Eso busco en mis relaciones con los demás?"
Para pensar...
Tenés aquí un espacio para contar lo que sentiste al leer esto. Querés compartirlo con nosotros?
Les dejo una frase de Cummings:
"Si puedes ser, sé.
Si no, levanta el ánimo y ocúpate de asuntos ajenos;
haz y deshaz cosas de otros hasta que revientes."
Me pregunto: aquellos que pretenden invadirnos todo el tiempo, imponiéndonos sus deseos, metiéndose en nuestras decisiones, podrán "ser"? Se animarán a autoindagarse?
Una última reflexión: alguien me dijo una vez:
"Los demás avanzan
hasta donde uno está dispuesto a ceder".
Hasta dónde estamos dispuestos a ceder? Por qué razón? Qué obtengo a cambio? Para pensar... para pensarnos...
Aquí va algo que le escribí a una mujer con quien me veía obligada a relacionarme. Fue una relación forzada que me enseñó a poner límites, aunque me costó muchísimo hacerlo, dado el permanente forcejeo invasivo que recibía del otro lado.
Estrategias Vinculares
Para que no me afectes, te desafecto.
Sos una relación pautada, no espontánea.
Te habla mi YO-Mediador
con la máscara de mis defensas.
Por dentro, mis deseos de espontaneidad fluyen.
Y disfruto de mis salidas ocurrentes yo sola. No las comparto con vos, porque no me sirve mostrarte más
que mis controles.
Para que no me afectes, me desafecto de vos.
Me vuelvo convenida. Conveniente, pero de mis propias conveniencias. No de las tuyas.
Verticalizo mi letra frente a vos. Amplío mis márgenes. Pero no me siento enjaulada,
porque estoy conmigo, que me cuido mejor que si me expongo a tus no-cuidados agresivos.
De este modo vas a creer que estamos cerca,
pero qué lejanas.
Yo voy a poder verte
en toda la amplitud de tu ego desbordante
y exigente de atención.
Me vas a revelar todos tus mecanismos durante el vacío succionador que generan mis silencios. Y
como no aguantás los silencios ajenos, los vas a
llenar con el ruido de tus monólogos, ![](http://i95.photobucket.com/albums/l133/pauldrummer/blablabla.jpg)
exponiéndote a mi antojo; mientras te leo
como a un libro abierto,
escrito en imprenta y en negrita.
Y mientras tanto cumplimos con el ritual de soportarnos. Burguesmente. Como a vos te gusta: respetando el protocolo.
Todo mientras no desees controlarme.
Ni controlar mi vida. Entonces sí te voy a tener que explicar que me controlo sola.
Que me dejo vivir.
Que no te necesito.
Claudia Gentile
5/6/98
Claudia Gentile
Grafóloga Pública
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