Hoy no voy a escribir sobre Grafología. Me gustaría contarles una pequeña viñeta de mi vida. Me lo permiten?
Aquí va.
Era el año 1979. En esa época estaba comenzando mi primer año de secundaria en el Instituto Ramón L. Falcón. El año anterior había sido un desastre para mí a nivel estudiantil y estaba repitiendo, en otro colegio, mi primer año. Me había prometido probarme, a ver si la cabeza me daba para estudiar. De lo contrario tenía decidido largar los estudios y dedicarme a Corte y confección (cosa que, sinceramente, odio hacer. Pero eran otras épocas). La cosa es que tan firmemente me propuse probarme intelectualmente, que al poco tiempo de empezado el año, ya me llamaban traga. Esto, lejos de mortificarme, me resultaba elogioso.
Pasaron unos meses. Había un compañero al que no le iba nada bien en su rendimiento escolar.
Morocho, ojos verdes, alto, grandote, muy pintón, de esos chicos tan lindos que intimidan. Pues decidió la rectora sentarlo conmigo a ver si lo encaminaba en los estudios, decía ella. Temblé. No estaba segura de encaminarlo a él o echarme a perder yo. Pues ese chico se llamaba Gabriel Febbraro.
Y me estoy acordando de él porque estamos próximos al Día del Amigo, y resulta ser que su padre, el Dr. Febbraro, fue quien instituyó ese día, que ya se celebra a nivel mundial.
El Dr. Enrique Ernesto Febbraro, nacido en 1924, quien es profesor de psicología, filosofía, historia, músico y odontólogo, y quien fuera candidato dos veces al premio Nóbel de la Paz, fue socio fundador del Rotary Club de San Cristóbal de Buenos Aires. El 20 de julio de 1969 mientras miraba por tevé la llegada del hombre a la Luna, se prometió a sí mismo que ese sería para siempre el Día del Amigo. Antes de que la Apolo 11 regresara a la Tierra, envió mil cartas a cien países y, a vuelta de correo con 700 respuestas, había quedado fundado el Día del Amigo. “Escuché que el alunizaje del módulo era un gesto de amistad, desde la humanidad hacía el universo. ¡Ya está, es el día elegido!, dije. Hoy se celebra en unos cien países y está en la agenda del corazón de los argentinos”.(1)
Pasaron muchos años desde entonces. Solamente una vez volví a tener noticias de Gabriel, (quizás, y solo quizás, este medio nos vuelva a reunir). Pero el recuerdo de tantos amigos y amigas que pasaron por mi vida reverbera en mi corazón. Personas en las que confié, que se apoyaron en mí y en quienes me pude refugiar.
Hermanos y hermanas elegidas con el corazón que han andado tramos de mi vida conmigo, con quienes compartiera confesiones, camaradería, sonrisas de complicidad, críticas objetivas y certeras, dichas con la sinceridad del que te conoce a fondo y sabe cómo llegarte.
Otros tantos que han bifurcado sus caminos y con los que ya no compartimos vida, pero que moran en el recuerdo, y despiertan una sonrisa. Compañeros de estudio, compañeros de aventura, hermanos y hermanas del alma, vaya desde aquí mi homenaje.
Como dijera el Dr. Febbraro en conversación con el director de Prensa Rotaria, Néstor C. Sarandria: "Mi amigo es mi maestro, mi discípulo y mi condiscípulo. Él me enseña, yo le enseño. Ambos aprendemos y juntos vamos recorriendo el camino de la vida, creciendo. Sólo el que te ama te ayuda a crecer".
Solo el que te ama te ayuda a crecer. Qué mejor parámetro para evaluar una amistad como verdadera. Para pensar, no? Mientras tanto, un beso enorme para todos los que fueron y son mis compañeros de camino.
(1) Fuente: http://www.prensarotaria.com.ar/es/diadelamigo.htm
Claudia Gentile
Psicóloga UdeMM- Grafóloga Emerson-Astróloga
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