Blog de Psicología Analítica Junguiana
y Grafología, con artículos, notas, y libros para descargar gratis.
Sobre mí
Lic. Claudia Beatriz Gentile
Soy Lic. en Psicología clínica con orientación junguiana, Grafóloga Pública (Emerson). Soy Astróloga con 20 años de experiencia y ejercicio.
Brindo terapias psicológicas analíticas tendientes a la individuación - Temas de género- Terapia de parejas - Talleres de autoconocimiento sobre la conformación de la femineidad - Grupos de reflexión - Grafoterapia.
Si alguna nota o algún artículo de este espacio te parece útil como para copiarlo en algún otro lugar público, hacelo pero poné por favor, la fuente de donde fue extraído, en este caso agregale el texto que figura a continuación:
Artículo extraído del blog GRAFOSINTESIS, de Claudia Gentile, http://www.grafosintesis.fullblog.com.ar
¿Cuál es la mejor técnica para aprender grafología?
No se trata en este caso de emprender esta disciplina solamente leyendo textos. Esto sí enriquece a posteriori, cuando uno ya sabe qué mirar, cómo conciliar toda la información recabada género a género en un perfil, y tiene la práctica suficiente como para avanzar sin demasiadas dudas. Entonces investigar suma visiones e interpretaciones.
Pero para una persona en formación, no hay nada que pueda reemplazar la marcación, corrección y práctica supervisada. Debemos como docentes enseñar a ver a aquellos que no tienen aún la mirada entrenada. Para eso es necesario medir, medir y medir. Aprender a ver bajo la lupa. Pero con un criterio. No se trata de fijar como consigna medir la altura de todos los óvalos de un escrito si desconozco qué información me aporta esa medición. Al medir voy confirmando o descartando una hipótesis previa. Habrá un nervioso como segundo temperamento? Será por eso que hay tanta irregularidad de tamaño? En este caso, no tiene demasiado sentido medir absolutamente todo, sino corroborar con un muestreo por cuadrante este fenómeno. Luego sigo aventurando: si es nervioso, debería haber fallas en la presión. A ver... Y también los puntos tendrían que estar a distancias irregulares, a ver...
Así va cobrando sentido el análisis; direccionalidad. Y esto se logra con alguien que nos vaya guiando en los primeros pasos. Que nos vaya mostrando cómo medir, qué medir, para qué medir.
Y por falta de tiempo eso es lo que está fallando en los institutos que atiborran a los alumnos de leyes gráficas y de teorías que obligan a repetir de memoria, pero olvidan la esencia del aprendizaje, lo que lo hace único: la práctica supervisada, la corrección en clase. Que es fundamental; lejos de ser una pérdida de tiempo es lo que diferencia a un grafólogo de un experto en teoría grafológica.
Sin esta guía, estoy observando el desaliento y la insatisfacción que sienten aquellos que ven frustradas sus expectativas tras las aparentes derrotas en los parciales que son tomados a vuelo de cóndor, con apuro por responder más a un programa que a un grupo humano, con puntos que ni siquiera se terminaron de explicar en clase.
A todos ellos me dirijo brindando mi apoyo y 27 años de experiencia practicando y enseñando grafología. Los talleres vivenciales y netamente prácticos son un modo directo de abordar la práctica grafológica analizando escritos desde las primeras clases a partir de la teoría, en implementación directa con la práctica supervisada de lo comprendido intelectualmente.
Si la Grafología ha sido una asignatura pendiente que te ha quedado sin concretar en el pasado, te invito a sumarte a estas propuestas:
a) Para aquellos que no desean un estudio formal, sino una actividad exploratoria y reflexiva que permita autodescubrirse y conocer al otro, les propongo clases individuales de Grafología. Focalizadas en la práctica conjunta de análisis de escritos, que vayan al ritmo que quien toma la clase vaya proponiendo, de acuerdo a su disposición de tiempo para poder repasar conceptos básicos que surjan de la práctica.
b) Para quienes sí desean un estudio formal, género por género, con el compromiso de estudio que ello implica, para luego poder aplicarlo laboralmente en su área de trabajo.
c) Para grafólogos que requieren incrementar su práctica y seguridad, ofrezco talleres de temperamentos, de firmas, de selección de personal, de orientación vocacional, supervisión de informes y práctica integrativa.
La cita es en Av. Eva Perón al 4300-Floresta. Los horarios son a convenir. No dudes en llamarme.
Hay dos hechos que disfruto desde la adolescencia:
Uno es el placer que me produce abrir y oler un libro nuevo. Ese olorcito a tinta y a papel recién impreso que anticipa la aventura exploratoria de recorrer más tarde, con la vista, aquel mundo interno, todavía vedado y por descubrir, de alguien más, que me abre las puertas de par en par de su alma. Mi primer contacto con el libro es táctil y olfativo para luego ser enteramente visual.
Y el otro es el placer de tener enfrente y para mi propio deleite, una hoja de papel enteramente en blanco. En cuyo caso, mi disfrute no radica en explorar el mundo de otro, sino en proyectar mi propia alma. Ir aventurando ideas que se van encadenando en frases. Forma y contenido tejen una trama dinámica sobre el papel. Y entonces ese torbellino de sensaciones agolpadas dentro de mí se alinea, para salir más ordenadamente. Escapa de la simultaneidad para organizarse en la sucesión de un relato. El placer es doble cuando el acto de escribir produce esa catarsis redentora que me permite, en una lectura posterior, leerme a mí misma y entender un poco más, aquello que en la mente o en el corazón tendía a brotar sólo como una noción de algo, un impulso, una idea, casi un título con palabras desordenadas asociadas a esa idea. Y no sólo leo el contenido. Leo también la forma. El dibujo de las letras algo más me dice sobre lo que el interior calla a mis oídos. La velocidad de una frase que repentínamente frena su marcha y se detiene. La vacilación trémula ante una palabra que, entrecortada, plasma en el papel la emoción que me genera, y entonces sale más lenta, con algún cambio en su forma, más vertical que las otras. Distinta, bañada por esa sensación particular que me abordó en el momento de escribirla.
Lectura y escritura. Dos actos de comunicación pura. Pero, qué más puede leerse cuando se recorre un escrito?
La lectura es pluridimensional:
* Lectura de lo denotado o manifiesto. Pura decodificación lineal del contenido más superficial de un escrito.
* Lectura del connotado, o lectura entre líneas de sentidos transversales que surgen cuando leemos más en profundidad un escrito (la ironía, por ejemplo, o el matiz de las adjetivaciones que nos revelan la postura del escritor sobre el hecho que relata).
* Y la decodificación grafológica de los rasgos plasmados en el papel. Aquello que escapa a la mera captación del contenido del texto y se detiene en los trazos de quien escribe, para captar su esencia, su sentir, su mundo interno.
Recuerdo una tarjeta de cumpleaños que mostró una vez una docente en una clase de grafología emocional. “Que tengas un feliz cumpleaños” decía. Y la palabra “feliz” estaba escrita con letra más apretada, más tensa, angulosa. ¿Realmente era ése el deseo de quien escribía? Intenten decir la palabra “feliz” lentamente, enfatizando cada sílaba, con voz tensa, y notarán lo que quiero expresar: rabia. Como si se masticara la rabia en cada sílaba.
¡En cuántas dimensiones comunicamos cuando nos comunicamos! ¿No es fascinante recorrerlas, aprender sus códigos, comprenderlas? ¿No nos comprenderemos mejor a nosotros mismos y a quienes nos rodean?
Si quieren aventurarse en este recorrido detectivesco que ofrece la grafología, los convoco a aprender grafología.